Expansión Creativa: encuentros virtuales para entrenar la creatividad
- Adrian Rodriguez

- 25 sept
- 4 Min. de lectura

En nuestra más reciente Sesión de Expansión Creativa, Adrian dirigió un encuentro virtual enfocado en desbloquear la creatividad consciente y entrenar la mente para salir del piloto automático. A través de dinámicas prácticas, reflexiones y ejercicios, los participantes exploraron cómo los automatismos mentales influyen en sus procesos creativos y cómo es posible reprogramarlos.

Creatividad: más que un talento, una habilidad entrenable
La sesión combinó teoría y práctica. Comenzamos con un ejercicio de visualización geométrica que evidenció cómo los automatismos influyen en nuestras respuestas inmediatas.
A partir de allí, exploramos cómo hábitos como la procrastinación, el perfeccionismo o la búsqueda constante de validación externa pueden bloquear nuestra creatividad. Adrian explicó que muchos automatismos mentales operan como filtros bajos de conciencia, limitando la experimentación, el error, la innovación.
Durante la sesión, Adrian subrayó que la creatividad no es un don reservado para artistas, sino una capacidad presente en todas las personas y actividades humanas. Estudios respaldan esta visión: según un informe de Adobe, el 75% de las personas cree que no está desarrollando su potencial creativo, a pesar de que la creatividad es considerada una de las habilidades más valoradas en el siglo XXI.
Además, la investigación de George Land y Beth Jarman para la NASA reveló que, mientras que el 98% de los niños de 5 años muestran niveles de creatividad “genial”, en los adultos ese número desciende drásticamente a apenas un 2%, demostrando cómo los automatismos y condicionamientos sociales bloquean nuestra capacidad creativa.

Automatismos, procrastinación y creatividad bloqueada
Adrian explicó que los automatismos son atajos cognitivos creados por el cerebro para ahorrar energía, pero que muchas veces se convierten en trampas para la creatividad. Entre ellos, destacó:
La procrastinación: posponer lo importante por lo inmediato. Según la Universidad de Carleton, más del 70% de los universitarios se consideran procrastinadores crónicos, y este hábito reduce significativamente la productividad y la capacidad de innovación.
El perfeccionismo: que paraliza proyectos por miedo al error. Estudios de la APA muestran que el perfeccionismo excesivo está asociado a altos niveles de ansiedad y bloqueo creativo.
La validación externa: depender de la aprobación de otros antes de crear, lo que limita la autenticidad.
El “Manual de Humanidad”: reprogramando hábitos
Para enfrentar estos obstáculos, Adrian presentó el ejercicio del Manual de Humanidad, donde cada participante debía identificar un automatismo personal, ponerle un “nombre robótico” y diagnosticarlo con tres pasos:
Señal: qué lo activa.
Rutina: qué acción automática sigue.
Recompensa: qué obtiene a cambio.
Este modelo, descrito por Charles Duhigg en El poder de los hábitos, explica cómo funciona el bucle del hábito en el cerebro.
La propuesta fue crear, en grupos, un manual de reprogramación humana con un título creativo, un diagnóstico del automatismo, cinco rutinas alternativas y cinco recompensas inmediatas. El objetivo: entrenar al cerebro a responder con flexibilidad y consciencia en lugar de con rigidez automática.
Esta dinámica permitió comprender que los automatismos no son innatos, sino programaciones aprendidas que pueden reescribirse.

Adrian explicó el mecanismo de formación de hábitos y propuso una estrategia práctica para cambiarlos: no eliminar la señal, sino asociarla con nuevas rutinas creativas y recompensas distintas.

Esta experiencia nos mostró que la creatividad puede entrenarse y que, con práctica, es posible transformar los automatismos que nos limitan en puentes hacia la innovación y la autenticidad.
Evidencia académica que respalda nuestra práctica
Un estudio reciente, “Can Habits Impede Creativity by Inducing Fixation” (2021), encontró que los objetos o rutinas que usamos frecuentemente generan asociaciones tan fuertes que limitan nuestra capacidad de imaginar usos nuevos o responder de forma original.
Eso explica por qué al sustituir la rutina automática por una alternativa creativa + recompensa distinta, abrimos espacio a ideas frescas.
Además, la investigación “The Impact of Training on Innovation” muestra que programas de capacitación estructurados en empresas llevan a mejoras medibles en innovación de productos y procesos; pero esos efectos tienden a disminuir si no se refuerzan con tiempo adecuado.
Para emprendedores, otro estudio en Grecia reveló que aunque la mayoría reconoce la importancia de creatividad e innovación para el éxito del negocio, los mayores frenos son la falta de recursos, experiencia, tiempo y cultura de riesgo. En consecuencia, al planificar nuestras rutinas alternativas, es clave tener en cuenta esos obstáculos: rutinas simples, adaptables, que puedan ejercerse con lo que ya se tiene, y desde tiempos cortos al inicio.
También, un hallazgo reciente del ámbito de publicidad muestra que técnicas de ideación estructuradas (por ejemplo, plantillas de creatividad), acompañadas de motivación intrínseca, tienen un efecto fuerte en mejorar creatividad efectiva.
Finalmente, respecto al tiempo para que un nuevo hábito sea automático: según una revisión de más de 2.500 participantes, formar hábitos saludables nuevos suele tomar entre 106 y 154 días, aunque la mediana está entre 56-66 días.
Conclusión: los humanos no somos robots
La sesión cerró con una reflexión clave: los automatismos no deben eliminarse, sino reprogramarse. Al entender cómo funciona el cerebro, podemos hackear nuestra propia programación para abrir espacio a la innovación, la fluidez y la autenticidad.
En palabras de Adrian: “El reto no es luchar contra los automatismos, sino aprender a reescribirlos. Los humanos no somos robots, tenemos la capacidad de elegir, de crear y de transformar nuestra realidad con consciencia.”
Gracias de corazón por su presencia y entrega en esta sesión de Expansión Creativa #1.
Fue inspirador ver cómo cada uno se abrió a cuestionar sus propios automatismos y a compartir reflexiones tan auténticas.
Las risas, las ideas y hasta los silencios se convirtieron en parte del aprendizaje colectivo. Cada triángulo dibujado, cada “robot” nombrado y cada insight compartido nos recordó que la creatividad no nace de la perfección, sino de la valentía de observarnos con honestidad y reprogramar lo que ya no nos sirve.
Me llevo la certeza de que juntos demostramos que no somos robots, que en cada uno late una capacidad infinita de imaginar, crear y transformar.
Gracias por regalarse este espacio y por regalárselo al grupo.Este es apenas el comienzo de un camino que promete mucho más.
Con gratitud,Adrián




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